En términos globales, el modelo energético actual se caracteriza por un crecimiento constante del consumo, basado principalmente en recursos finitos (combustibles fósiles) y con graves e impredecibles consecuencias en el clima del planeta por la constante emisión de gases de invernadero. Estos combustibles se encuentran además en terceros países a los que hay que comprárselos, según sus condiciones de precio y suministro, provocando dos problemas considerables: dependencia energética (97% en el caso de Euskadi) e inestabilidad geopolítica por el uso de sus recursos como elemento de influencia política. Esta elevadísima dependencia hace que nuestro modelo socioeconómico sea frágil en términos de coste e inestabilidad del suministro.
Por último, pero se trata de un factor clave a considerar, el actual modelo energético es insolidario e injusto ya que excluye a la mayor parte de la población del mundo: el 20% más rico, consume el 80% de los recursos energéticos del mundo. Se trata, por tanto, de un modelo imposible de extender a todo el planeta porque no existen recursos, fósiles, para todos.
Figura: tendencia de crecimiento del consumo energético global en un escenario de mayor prosperidad económica de los países en desarrollo. Fuente: BP GLOBAL 2019.
Frente a ese modelo insostenible, el del futuro más inmediato pasa por reducir la dependencia de la economía de los combustibles fósiles y, con ello, las emisiones de gases de invernadero. Es decir, un modelo basado en la descarbonización de nuestra economía en el horizonte del año 2050, en el caso de la Unión Europea.
Las actuaciones clave se centran por un lado en la demanda (consumo) de energía y, por otro, en la generación de la misma y son:
Eficiencia energética
Soluciones encaminadas a reducir el consumo final de energía en todos los sectores: transporte, residencial, edificación, servicios, etc., y en todos los usos: alumbrado, transporte, climatización, movilidad, etc.
Energías renovables
Implantación creciente de tecnologías que permitan la descarbonización del mix energético: solar fotovoltaica, solar termoeléctrica, eólica, biomasa, etc. Se basan en recursos autóctonos (viento, sol…) y, con ello, reducen la dependencia exterior de la economía de los combustibles fósiles, reduciendo los riesgos de precio y de suministro. Son, en general, tecnologías no emisoras de CO2.
Figura: tendencia de crecimiento del consumo energético global en un escenario de rápida transición energética (implementación de políticas de reducción de emisiones en todos los sectores). Fuente: BP GLOBAL 2019
Otras tecnologías bajas en carbono
Como la nuclear, la sustitución de combustibles (p.ej: hidrógeno), la penetración de la movilidad eléctrica y la captura, utilización y almacenamiento del carbono.